martes, 3 de julio de 2012

C R E E



Ok amigos, esto es todo. Ha sido un gran semestre en el que hemos compartido desde vivencias íntimas hasta trivialidad y risas. Tímidamente fueron abriendo sus mundos, sus pensamientos y sus certezas personales; y de a poco fue calando el aprendizaje. Estoy seguro que si hoy hago una prueba estricta de todo lo que abordamos en clases, contenidos y conceptos, más de la mitad reprobaría!!! (… podría ser eh, así nos vemos el otro semestre) Pero también estoy seguro que en la medida que pase el tiempo, ustedes mismos notaran que mucho de lo que hablamos y compartimos está ahí, en su interior. Cuando menos lo esperen emergerá, reaccionará como un conocimiento vivo que sale de la oscuridad.
Al cierre del curso quiero hablarles del temor, del miedo. Ese que te paraliza y te ahoga, que te ata y te reprime, que a punta de dolor te fue sometiendo desde niño, sin que alguien lo notara, porque el temor es burdo, desgraciado y frío… pues se enseñorea de tí en tanto eres vulnerable y lo hace en silencio. Una palabra fuerte, una mirada de odio, un golpe de alguien que amas, una traición. Quizás fueron risas, pero de esas que humillan y que doblan nuestra dignidad. Quizás fue el despecho, el tiempo que era tuyo y se lo dieron a otro porque no notaron tu hermosa e inagotable valía; porque al final todos somos víctimas en nuestras propias historias y a excusa de aquello nos volvemos ciegos, y no notamos el dolor del que amamos y nos damos también el derecho de herir y hacer daño.
Sin embargo, la realidad es otra… y gracias a Dios que le tenemos para que nos muestre que es así. En lo íntimo, pienso que el principio del liderazgo parte por la sanidad, y quien más que Él para llegar tan profundo de nuestras emociones, y tan hondo en nuestra historia, para abrir sin herir, y para sacar sin hacer más daño. Gracias a Él que ofrendó su cuerpo para ese propósito, para que la esperanza fuese accesible si tan sólo nos acercamos a Él en un acto de fé y sin liturgia. A ojos cerrados y con palabras espontáneas que le dicen: “Te necesito”. Para volver a creer y para ser restaurados a la verdadera naturaleza a la cuál fuimos creados: que tu y yo, fuimos predestinados para trascender. Tu y yo fuimos creados para la grandeza, para la gloria, para la excelencia.
La verdad no es aquella que te ha rotulado el temor a través del llanto, sino es la evidencia de que pese al llanto sigues vivo y todas las posibilidades están aún delante de ti. Llega la hora de enfrentar tus temores y vencer, el momento de darte cuenta de lo que eres capaz y extender la frontera de tus sueños. De pesar el desbordante potencial que hay en ti, porque tu eres factor de cambio. Que te levantes, erguido y lleno de convicción de que puedes, tu puedes hacerlo!! Cómo último eje de trabajo quiero pedirte que enfrentes tus miedos, que te atrevas a dar el paso y que sin importar el ruido que puedan hacerte esos pensamientos en tu cabeza te atrevas a creer en ti, de la forma en que Dios lo hace. Mírate al espejo como Él te ve, obsérvate desde el prisma de sus ojos. Tu no eres tu historia, tu no eres lo que te ha pasado, no eres lo que te han dicho y mucho menos eres el daño que te han hecho. No eres ni siquiera tus errores y tus fracasos… No eres tu carrera profesional ni sus calificaciones, no eres lo que ve el resto, ni siquiera eres lo que dice tu familia de ti. Eres más, mucho, muchísimo más. Vamos!!!
Llego la hora de ser… llego la hora de salir de la oscuridad y descubrirte, tu mismo… ser tú. Enfréntate, y vence.